Julio: Mi Tío Cachondo En Tanga Parte 3
Julio: Mi Tío Cachondo En Tanga Parte 3.
A la mañana siguiente mi tío me despertó con unos besos en el cuello.
— ¿Tío?
— Tranquila mi esposa, solo le estoy dando amor a mi princesa.
Comenzó a chuparme los pezones.
Empecé a dar pequeños gemidos.
Mi tío fue bajando hasta mi cintura y me acarició la barriga.
— Quiero hacerte un hijo.
Me besó la barriga.
— Quiero que tengamos un niño...
— Hazme un hijo, mi macho.
— Lo bueno es que tengo una esposa bien cachonda dispuesta a recibir verga cuando su esposo se le antoja.
Me abrió de piernas y me encorvó y me comenzó a lamer el culo.
— Vamos a preparar esa Vaginita.
Su lengua caliente jugueteaba en mi ano, me lo estaba perforando a lengüetazos.
Me dejó de lamer y se puso sobre mi y me besó. Lo hacía tiernamente.
— Te voy a hacer el amor mi reina, quiero que me des un niño.
Me siguió besando. Luego de nuevo el cuello. Me acariciaba el cuerpo, su mano recorría mi abdomen.
El corazón me palpitaba a mil. Volvió a chuparme los pezones, jugueteaba con su lengua. Mi piel se erizaba.
Después de un rato me tenía como perra en celo.
Se puso de rodillas y yo le comencé a chupar la verga. Me la metía toda, sus huevos enormes y peludos se aplastaban en mi mentón.
— Acuéstate y ábrete de piernas.
Lo hice. Él se escupió en la verga, yo levanté el culo y me escupió en el ano.
Me la metió despacio. Sentía como ese enorme pedazo de carne se abría paso por mi ano, que aunque ya no era virgen seguía estrecho.
Este juego con mi tío Gustavo me estaba gustando mucho, realmente me sentía su esposa y decirme que le diera un hijo, a pesar que era algo imposible, me calentaba mucho.
Me daba embestidas despacio y con ternura, mientras me besaba y me acariciaba el pelo.
De vez en cuando soltaba unos gemidos de dolor.
— ¿Te está doliendo amor? Aguanta mi princesa, sigue recibiendo la verga de tu macho, quiero hacerte un hijo.
— Sss ... Sii... Aguantaré mi macho.
— Ay amor, ya quiero que estés embarazada, quiero que me hagas papá.
— ¿Cómo quieres llamar a nuestro bebé? — le decía gimiendo.
— Quiero que se llame como yo.— me decía jadeando.
— ¿Y si no es niño?
— Va a ser niño, de mi verga va a salir un niño.
Me comenzó a besar. Yo me estaba volviendo loco. No lo podía creer, mi tío realmente me hacía sentir como una mujer, sabía que no era posible, pero así me sentía.
— ¿Ya no te duele amor?
— Un poco, pero quiero darte el niño así que aguantaré tu enorme verga mi macho, tu esposa siempre va a estar a tu disposición.
— Ay amor, que rica esposa tengo.
Me sacó la verga y se puso de rodillas. Le chupe de nuevo la verga. Luego así de rodillas fue poniendo las nalgas en sus tobillos.
— Súbete mi amor.
Lo hice, lo cabalgué despacio, el ponía el ritmo. Me besaba los labios, el cuello y el pecho. Me tenía rodeado por sus fuertes brazos.
Duramos una hora haciéndolo. Pero faltaba poco para que se fuera a trabajar y me dijo que me quería preñar antes de irse.
Volvimos a la posición de misionero. Me comenzó a embestir más fuerte.
Supe que ya se iba a venir por qué intensificó los movimientos, yo gemía como una puta. El gruñía y jadeaba.
— Aaaaay amooorrr! Ya te voy a preñar, hay te van mis hijos amor, te voy a dejar bien llena tu Vaginita.
Soltó un gruñido y me llenó el ano con varios chorros de leche caliente.
Se desplomó en mi y jadeando me dijo...
— Ya te dejé bien preñada amor.
Después de esa maravillosa cogida se metió a bañar y luego salió disparado al trabajo.
Yo me quedé acostado, con mi ano punzando y escurriendo semen.
Estaba muy caliente, sentía mi ano lleno de semen de mi tío y me calentaba aún más.
Me la empecé a jalar, lo hice fuertemente, gritaba de placer y acabé con el rostro y el pecho lleno de semen que quité con mi mano y luego lo llevé a mi boca.
Me quedé pensando en que haría en ese tiempo que mi tío se encontraba trabajando.
Decidí tomarme en serio mi papel de esposa, me puse a limpiar y a ordenar la casa, con el culo aún escurriéndome semen.
Cuando inspeccioné la alacena y el refrigerador me di cuenta que no había muchas cosas para comer. Me metí a bañar con pesar, por qué quería seguir trayendo el culo lleno del semen de mi tío, que ahora era mi esposo, y luego después de vestirme tomé mi billetera y las llaves y salí a comprar algunas cosas.
Fui a un mercado que estaba a media hora. Compré muchas cosas para hacerle una comida rica a mi esposo. Sabía cocinar, mi padre me había enseñado desde que era pequeño, así que no tenía problema con eso. La cosa se dificultó cuando quise comprar cervezas para mi esposo, para recibirlo con una bien fría, pero aún no cumplía los 18 así que me fue difícil, hasta que llegué a un depósito y un señor de unos 67 años me atendió y le dije que quería cerveza pero que no tenía identificación y para mí sorpresa me las vendió. Me dijo que la cerveza no se le debería de negar a los hombres y me vendió doce cervezas.
Llegué a casa y me quité la ropa, me quedé en pura tanga. Comencé a preparar carne con chile y arroz. Cuando llegó la hora de la llegada de mi tío lo esperé en la sala.
Cuando llegó y me vio se sorprendió que tenía una cerveza en la mano si ya se habían terminado. Le dije que le había comprado varias y se alegró y me dio un enorme beso.
— Que detalle amor, ¿pero por qué no estás vestida? Se nos hará tarde para ir a comer, no es que no me guste verte así, me encanta pero ...
— ¿No te da el olor? — le pregunté.
— Ahora que lo mencionas, si, huele muy rico, huele a comida.
— No vamos a ir a comer, te he preparado algo.
Mi tío sorprendido sonrió y me volvió a dar besos apasionados.
— Tengo la mejor esposa.
Me besó de nuevo y me acarició mi barriga.
— Vamos a comer ya — le dije— que tú hijo tiene hambre.
Sonrió y luego se agachó para besarme la barriga y de pronto se puso en pie y me cargó hasta la cocina.
Comenzamos a comer y me felicitó por qué me había quedado muy rico y que se sentía feliz y eso de alguna manera me puso feliz a mi también.
Era todo tan surreal. Ya no se sentía como un juego. Mi tío me felicitó por la comida, quedó satisfecho. Después de comer fuimos a la sala y vimos tv acostados y abrazados en el sillón, incluso nos dormimos un rato, después de una hora mi tío tuvo que regresar al trabajo. Mi tío subió a la camioneta y se dirigió camino a su trabajo. Cerré la puerta y me puse a lavar los platos. Unos cinco minutos después alguien tocó la puerta.
No podía ser mi tío por qué él traía llave, así que solamente me puse un short y abrí la puerta. Se trataba de Antonio, uno de los tres hombres que saludaron a mi tío en el bar.
Tal como lo recordaba. Alto, de piel blanca y rojiza por el sol, pelirrojo y de ojos verdes. Sus brazos y piernas se veían trabajados. Me sonreía y me miraba de arriba a abajo.
—¿Diga?
— Soy Antonio, compañero de tu tío Gustavo.
—Si, lo recuerdo del bar.
Sonrió.
—¿Puedo pasar? Hace mucho calor.
—Claro, pase.
Antes de entrar miró a varias direcciones y luego entró y cerró la puerta.
—Si buscaba a mi tío se acaba de ir al trabajo…
—Lo sé, por eso he venido, al que busco es a ti.
Me miró de abajo hacia arriba.
—¿A mi?
— Si, esa noche en el bar casi no pudimos conversar.
No entendía qué estaba pasando.
Me miraba mucho el short.
—¿Ha venido a conversar?
—Algo así… tendrás una cerveza que puedas darme, estoy sediento.
Todo me parecía muy raro.
—Claro, un momento.
Fui a la cocina, cogí la cerveza del refrigerador y se la di. La abrió rápidamente y le dio un gran trago.
—¿Por qué no estás en tanguita? Pensé que me recibirías con una puesta.
—¿Que?
—De seguro traes una puesta.
Sonrió y luego se vino hacia mi y me abrazó. Yo me quedé quieto de la impresión.
—Estoy seguro …
Con su mano libre me bajó un poco el short de un costado para dejar ver ese hilo diminuto que sostenía la tanga.
—Lo sabía putita, traes una tanguita rica.
Me quité y lo empujé. Podría estar usando tanga y fingir que era la esposa de mi tío, pero era un hombre y podía defenderme.
—No me vuelvas a tocar hijo de puta o te daré unos buenos vergazos.
Él sonrió y bebió cerveza.
— Dame esos vergazos, grita lo que quieras, defiéndete, da igual, te voy a violar putita.
Me comencé a enojar y cuando estaba a punto de lanzarme a él sacó su celular. Me miraba con morbosidad.
De pronto se comenzó a escuchar un audio.
Era yo, diciéndole a mi tío que me preñara, que era su esposa, se escuchaban mis gemidos de puta y los jadeos de macho de mi tío. Giró el cel y pude ver que era un video.
—Este es el de hoy, pero también los he grabado anteriormente. Los tengo guardados en otro celular como respaldo. Eres una putita.
Yo estaba paralizado del miedo, si enviaba esos videos sería el fin para mi tío y para mi.
—¿Qué es lo que quieres?
— Quiero jugar, así como juegas con Gustavo, quiero que juguemos que soy el vecino cachondo con el que le pones el cuerno a tu “esposo”.
—No, no voy a hacer eso, estás loco compa…
—Entonces voy a enviar esos videos.
Sonrió.
Pensé en mi tío y en el enorme lío en el que lo había metido. Me dolió el pecho, porque estaba comenzando a quererlo mucho. A pesar de que disfrutaba y había experimentado algo más con mi tío, de ser su puta, no me daban ganas de hacerlo con otro. Pero el riesgo era mucho, quería mucho a mi tío y lo tenía que proteger de algún modo.
— Los vas a borrar después del juego.
Me sonrió de forma cachonda.
— Pero que quede claro que lo hago por mi tío.
— De acuerdo …. Puso su celular en un costado sobre un mueble lo que me hizo pensar que estaba grabando.
— ¿Está grabando?
— Si, es solo para mí.
— No quiero.
— Es solo para mi, no los compartiré, a menos que no cumplas.
— De acuerdo. — me quejé.
— Quítate el short, te quiero ver la tanguita.
Lo hice, cuando el short estaba en el suelo él no dejaba de mirarme cachondo y se mojaba los labios.
— Quítame la ropa.
Lo hice poco a poco. Le desabotoné poco a poco los botones de la camisa, para dejar vista a un pecho duro, de buenos pectorales, estaba muy peludo, su pecho parecía un bosque rojo.
Me pidió que lo mirara.
— No tengo que decirte que hacer, es un juego, soy tu vecino cachondo, que aprovecha que el cornudo de tu esposo se va a trabajar para satisfacerte.
Aspiré fuertemente y comencé a jugar. Le acaricié el pecho y masajeé sus pectorales. Me detuvo para sentarse en un sofá. Me indicó que me sentará en una de sus piernas, lo cual hice.
Empezó a mirarme con cuidado de arriba abajo.
— Estás muy hermosa amor. Tienes buena figura, y esa tanguita te deja ver un buen trasero.
Me nalgueó.
—Otra vez.
Le dije.
Él levantó una ceja.
—Nalguéame de nuevo.
Me miró serio y me volvió a nalguear.
— ¡Más fuerte!
Y así lo hizo, sentí como una de mis nalgas ardía.
—Apriétamelas.
Lo comenzó a hacer. Me apretaba y me nalgueaba. Yo comencé a gemir.
Dejó de hacerlo, me quitó y se levantó. Yo le quité la camisa, luego, mientras él bebía cerveza, le quitaba el pantalón y noté que ya tenía una tremenda erección. Cuando le iba a quitar el bóxer noté que estaba muy atento en mi. Se lo quité y su enorme verga peluda se movió como resorte. Tenía mucho vello púnico, en la verga y en las bolas que parecía una selva rojiza.
Sin pensarlo me metí su verga en mi boca. Él soltó un gemido de placer. Comencé a meter ese enorme trozo de carne en mi boca lo más que pude, pero la tenía más grande y gorda que mi tío.
Me saqué la verga de la boca y me puse en uno de los sofás en cuatro, lo miré y luego me nalguee yo solo.
—A ver si eres un buen macho.
Se tomó de un sorbo la cerveza y arrojó la lata. Se acercó y comenzó a masajear mis nalgas.
— ¡Aaah!
Me quejé. Me había dado una nalgada muy fuerte. Luego otra y yo me volví a quejar. Jugueteó con mis nalgas y al mismo tiempo nalgueaba las dos. Sentí como me hizo la tanguita aún lado y de pronto sentí su lengua grande, gorda mojada y caliente en mi ano. Lo hacía de forma circular, mientras me movía las nalgas con las manos y las apretaba y nalgueaba.
Yo estaba gimiendo como una puta en celo, gemía y me retorcía de lo bien que se sentía. Antonio sabía hacer un buen trabajo, que casi me hizo olvidar que estaba siendo obligado. El gruñía con frenesí mientras yo gemía como una perra.
Dejó de lamerme y se apartó un poco. Yo me giré cansado para verlo.
Su verga parecía un mástil, estaba bien erecta, gorda, peluda y venuda. Estaba sudado, de su barba aún escurría saliva y me miraba con deseo, muy cachondo.
Me bajé del sofá y me puse de rodillas. Me metí ese enorme trozo de carne jugosa en la boca, me estaba ahogando, pero intentaba meterla lo más que podía a mi garganta.
Él se estiraba y jadeaba de placer. Duré unos diez minutos mamando hasta que me levanté y le dije que me esperaba. Él me sonrió y me dijo que no tardara y se sentó en una silla.
Entré al cuarto de mi tío y me puse el babydoll, las medias con liguero, los tacones y cuando salí él estaba aún sentado pero bebiendo más cerveza.
Cuando me vio soltó la lata, parecía que sus ojos se iban a salir. Se mojó los labios, saboreando lo que estaba viendo, le hice una señal para que entrara al cuarto.
Pero antes de que entrara, recordé porque había comprado todo eso y era por mi tío y la calentura del momento se me fue. Pero era demasiado tarde, Antonio ya había entrado, con el celular en la mano y lo puso en otro mueble.
Pensé — es todo por mi tío, hazlo por tu tío, tu esposo—.
Me acosté y Antonio se puso sobre mi y comenzó a mirarme por completo. Me comenzó a acariciar todo el cuerpo.
Me metió un dedo en el culo y yo lo tomé del cuello.
— Ya no quiero jugar.
Le dije con seriedad.
— No te queda de otra, ya estoy bien caliente.
Me abrió de piernas y se las puso en los hombros. Me alzó un poco para escupirme en el ano y luego en su verga. Luego de nuevo mis piernas estaban en sus hombros.
Yo cerré los ojos.
Me puso la verga en la entrada del ano y la fue metiendo poco a poco.
Quiero aclarar algo, cuando no tienes ganas, esa sensación deliciosa de dolor que te hace pedir más, no es la misma, solté un grito de dolor, sentía como mi ano se abría y me desgarraba poco a poco, grité más, pero Antonio sabía que nadie nos iba a escuchar. Yo gritaba, le decía que parara que ya no quería seguir, pero él estaba tan caliente que seguía dándome duro y sin piedad. El gemía y jadeaba y decía que parecía que me había desvirgado. A mi me seguía doliendo.
Me la sacó y me dijo que me pusiera en cuatro. Mis piernas temblaban. Lo hice y me puso la cara completamente en el colchón y me hizo levantar el culo. Se puso sobre mi y sin piedad la volvió a meter hasta el fondo que sentí como sus enormes bolas peludas se aplastaban en mis nalgas. Solté un grito desgarrador, a pesar de que me había gustado hacerlo con mi tío, con Antonio fue completamente diferente. Me estaba violando. Él seguía disfrutando, gimiendo y jadeando mientras me seguía dando fuerte.
Después de treinta minutos, yo ya empezaba a gemir. Él dolor poco a poco se fue convirtiendo en placer, gemía como puta y eso le gustaba a Antonio. Ya hasta le pedía más fuerte y hasta el fondo, incluso de lo cachondo que me estaba poniendo le decía siiii papii siii que rico! ¡Dame más qué rico!
Eso lo calentaba más. Pero volvía a recordar a mi tío y de nuevo me comenzaba a doler. Cuando volví a gemir, me dijo que le diera sentones, lo hice, le di unos muy buenos sentones, le quedaron las bolas rojas e hinchadas de tanto que las aplastaba con mis nalgas.
Me dijo que me quería abrir de piernas. Me quité y me acosté, y comenzó a darme fuertemente. Me acariciaba mis pezones, me los apretaba y de rato gruñó y dijo que ya se iba a venir. Me dio más fuerte y me dolió.
Soltó un gruñido de placer y me disparó en el intestino varios chorros de leche caliente que hicieron que me ardiera el culo.
— Que rico cogí, eres una muy buena puta.
Me nalgueó.
A mi me salían unas lágrimas.
— Tranquilo, vas a ver que en otras cuantas cogidas más, me vas a querer igual o más que a Gustavo. Que rico, me sacaste buena leche.
Se despidió de mi, por que ya casi se le acababa el tiempo que había pedido en el trabajo, me dijo que sería su puta cuando mi tío no estuviera.
Cuando por fin se fue, no sin antes darme un beso que me metió la lengua hasta la garganta, me pude quejar. Me ardía el ano, me fijé en un espejo y lo tenía rojo, bien abierto y escurriendo semen.
Me duché y me lave bien el ano. Con dolor fui caminando hasta una farmacia en busca de algo para que bajara la hinchazón, encontré un par de ungüentos que al llegar a casa me ayudaron un poco. Pero me siguió ardiendo hasta que mi tío llegó.
No sabía qué hacer, no se podía enterar de lo sucedido. No sabía qué inventar si me pedía coger. Me dolía mucho el ano. Yo lo esperaba en tanga, con una cerveza bien fría. Al verme me sonrió y me dio un beso muy apasionado. Sentía todo el cariño compactado en ese beso.
— Arréglate amor, te llevaré a cenar. Quiero que mi amor se sienta como una reina.
Me alegró que me dijera eso. Me cambié. Me puse unos pantalones una camisa azul y mis botas. Cuando salí del baño mi tío también se había cambiado. Estaba mas guapo aún. Con una camisa color roja muy bonita, su pantalón azul sus botas negras y un sombrero del mismo color.
Cuando salimos noté que su camioneta estaba lavada. Al verla me sorprendí. Me dijo que un señor que trabaja ciudadano los autos en su trabajo se la lavó. No me dijo a dónde me llevaba, pero agarramos carretera entre el bosque.
— Solo te diré que a donde vamos está aproximadamente a 45 - 50 minutos. — me dijo cuando le pregunté por décima vez.
— Por que tan lejos?
— Por que estuve investigando y me dijeron que ese lugar era bueno si querías impresionar a una cita, ya sabes. Aparte, no quiero toparme a tus padres.
En el camino íbamos hablando de lo bien que se sentían los dos días que estuvimos juntos. Quería que mi ultima noche la pasara como una reina.
Yo no quería regresar a casa. Le pedí quedarme con él, pero él sabía que mis padres no lo permitirían. Me prometió que me visitaría y que en otras ocasiones podría visitarlo para seguir siendo su esposa.
Tuve la curiosidad de preguntarle sobre el motivo por el cual no tenía familia. Me dijo que lo había intentado con una chica, pero no resultó.
— Desde la navidad de hace cinco años ¿lo recuerdas? —dije que si— pues me comenzaste a gustar. Lo confieso. No había dejado de pensar en ti desde ese día. Cada día me imaginaba una vida contigo, así que la chica con la que salía ya no me interesaba. Por eso hice todo lo posible por mudarme para acá. Pero nunca imaginé que podría estar contigo. Y me siento muy afortunado.
— Entonces vivamos juntos, quiero ser tu esposa siempre.
— Por el momento no podrá ser así y lo sabes, pero dame tiempo, un día te vendrás conmigo todo el tiempo, lo prometo.
Al llegar al lugar me sorprendí. Era muy bonito. Parecía un gran establo. A un costado se encontraban unos caballos.
En el lugar servían toda clase de carne, pero yo solo comí ensalada y bebí limonada. Quería estar disponible de mi culo para mi macho. Él hizo todo lo posible porque comiera algo más pero le dije que sentía un poco de náuseas. Dejó de insistir. Me decía que ojalá fuera porque realmente me había preñado y yo también lo deseaba.
La cena terminó y regresamos a casa.
— Amor. Si pudiera embarazarme ¿Quisieras realmente tener un hijo conmigo? —pregunté mientras íbamos de camino.
— Por supuesto que sí. Sería increíble. Te cuidaría mucho. Y querría demasiado a nuestro hijo. Pero…
Bajó un poco la mirada. Lucía triste.
— Amor…
— si?
— Hazme el amor —le pedí.
Me dolía un poco el ano solamente, por lo de Anthony, pero deseaba mucho a mi hombre.
— Claro llegando a casa…
— No! Ahora! Aquí!
— Pero…
— Desvía el camino, hazme tuya. Hazme el amor. —le pedía impaciente.
Le agarré el bulto.
Se desvió del camino y tomó un sendero por el bosque. Alejados de la carretera le pedí que parara. Me pasé al asiento trasero. Él apagó el motor y las luces.
— Quítame todo amor.
Se pasó al asiento trasero conmigo. comenzó a desvestirme y yo lo desvestía a él.
— Déjame la tanga y hazme el amor.
Me abrió de piernas y comenzó a cogerme despacio. Me besaba tiernamente y me decía lo mucho que me amaba.
Sentía una electricidad recorrer mi cuerpo cuando me lamía suavemente los pezones. Yo gemia no como puta, si no como una mujer. Me daba despacio al ritmo de los besos.
— Dame mas fuerte amor, me tienes loca, te deseo tanto, me haces muy feliz. Hazme mas feliz, dame mas fuerte amor!
Comenzó a darme más fuerte, tanto que la camioneta se movía mucho. Mis gemidos se mezclaban con sus gruñidos de placer.
— ¡Ponme en cuatro amor!
Lo hizo, me embestía como todo un macho. Mis bolas y mi verga rebotaban salvajes dentro de mi tanga al compás de sus embestidas. Me agarró de los brazos y me daba aún más fuerte. Pero se detuvo.
— Quiero hacerte el amor mi princesa, quiero darte despacio con amor.
Me giró y me abrió de piernas.
Me metió su verga caliente despacio al mismo tiempo que su lengua en mi garganta.
—Quiero que tengas a mi hijo. ¡Te amo amor!
Comenzó a llover. Los cristales de la camioneta se empañaron. Me daba despacio y tiernamente que duramos más de una hora. Ya no solo era sexo, me sentía amado. Cada caricia que sentía en mi piel me hacía sentir más amado aun.
Comenzaba a hacer frío. Mis pezones se pararon tanto que las descargas en mi cuerpo se intensificaban cuando pasaba su lengua por ellos, su lengua caliente y húmeda, me gustaba verlo, ver que su lengua lamía mis pezones a punto de reventar.
Cada que la punta de su lengua tocaba mis pezones mi culo se abría más y entraba más la verga de mi macho.
Le pedí salir de la camioneta. Hacerlo en la parte trasera en la caja de la camioneta. Salimos. Estábamos tan calientes que ni la lluvia ni el frío nos detenía.
Me tenía acostado boca arriba en la caja, con las piernas abiertas dándome con mucho amor. Verlo mojado, como su barba y su pelo en el pecho estaba todo empapado me gustaba.
Le dije que se acostara y me subí en él para cabalgarlo. Lo hacía despacio, como él quería. Me agarraba las piernas, luego la cintura, iba subiendo hasta mis pezones, los apretaba, jugaba con ellos, los masajeaba, los apretaba, yo gemía tiernamente, bajaba una vez más a mi cintura y luego a mis piernas.
Le agarré de los brazos mientras despacio cabalgaba esa enorme verga deliciosa de mi macho.
— Amor te amo — me decía tiernamente.
— Yo también te amo— le respondí.
— Ya! ya me van a salir! ¡Me saldrán mis hijos!
— Aquí los guardaré en mi, adentro amor!
Dio un grito de placer, yo igual, nos habíamos venido al mismo tiempo mientras un trueno retumbaba y un rayo nos iluminaba en la oscuridad.
Sentía su semen en mi intestino, caliente y espeso y deseé en ese momento tener un útero para darle los hijos que deseaba tener conmigo.
Continua…
Alan: La primera vez que vi a mi padre usar tanga.
Descubrí que al jefe de mi padre le gusta usar tanga.
Julio: Mi tío cachondo en tanga.
La primera vez que mi padre usó una tanga.
Mi vecino en una diminuta tanga.
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Si te ha gustado házmelo saber y si te la he puesto dura también.
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Dime si se te ha puesto dura 😈